El periodista Xavier G. Luque de La Vanguardia es de los más estudiados en este BLOG, como “creador” de inexactitudes, manipulaciones y mentiras.
Y J. Ignacio Corcuera alguna vez colabora aquí y otras veces cita en sus excelentes trabajos a este humilde medio.
Ahora se ha encontrado el artículo de abajo y se le ha pedido a Corcuera que lo contraste con su amplio conocimiento sobre el tema de los oriundos.
La contestación de Corcuera, una vez leído el artículo anterior ha sido la siguiente
Hay muchas imprecisiones y una enorme falsedad. El Barcelona no puede mostrarse como víctima, porque junto al Elche C.F. y el C. D. Málaga fue contumaz infractor. Baste recordar el doble caso de Eulogio Martínez (Nota BLOG. Véase al final los artículos correspondientes) y su compañero paraguayo, ambos con papeles más falsos que Judas, como acreditase el embajador de España en Asunción, presionado políticamente desde el gobierno paraguayo, en tanto el Barcelona movía sus hilos por la DND y el Ministerio del Interior. Finalmente, ambos colaron, en vez de ir a parar a la cárcel, por falsificación de documento público. El intermediario de turno, Bogossian, luego sería persona non grata para Montal Junior. Obviamente conocía bien sus habituales trapisondas.
Lo de Irala fue el colmo de la estupidez. No coló porque el propio jugador, en un alarde de estulticia, manifestó en rueda de prensa que había sido internacional, cuando los falsos papeles emitidos por la Federación Paraguaya, en poder de la RFEF, decían lo contrario. Al insistirle los periodistas españoles en que si lo de sus internacionalatos era cierto quedaba incapacitado para jugar en nuestro suelo, se ratificó: Pues he sido internacional. Como otros… Así las cosas, la Federación Española no pudo expedirle la correspondiente ficha, argumentando, claro está, que el propio jugador, con su confesión, invalidaba los documentos presentados.
En el caso Seminario no podía aplicarse la doctrina Di Stefano, porque ambos asuntos nada tenían que ver. Seminario duplico ficha con el Zaragoza y Barcelona. En el caso Di Stefano nunca hubo duplicidad de fichas, sino tan solo dos clubes empeñados en incorporarlo cuando ninguno de ambos disponía de la preceptiva aquiescencia de las federaciones Colombiana y Argentina, conforme el impresentable Pacto de Lima estableciera. Impresentable, porque la FIFA quebraba gravemente su propia normativa. Seminario había entregado poderes de representación a un negociante del fútbol, algo por demás habitual en los saltos de América a Europa, con aquiescencia tácita de todas las federaciones sudamericanas y total encogimiento de hombros de la FIFA. De facto, esos intermediarios no eran ilegales, sino alegales; únicamente hubieran incurrido en ilegalidad si su firma fuera recogida en los contratos, circunstancia que nunca se daba. El vínculo entre representante-intermediario y futbolista, era de índole privada, no contractual desde el punto de vista deportivo. Algo así como si el futbolista hubiera otorgado poderes de representación a un abogado, cosa que en algunos casos también sucedió.
Seminario supo que su representante había llegado a un acuerdo con el Zaragoza, pero aun así llegó a otro más ventajoso con el Barcelona. Cuando llegaron a la RFEF ambas solicitudes de ficha, el presidente y secretario del órgano deportivo español se acogieron a una cláusula recogida entonces en la normativa para futbolistas extranjeros, según la cual estos debían hacer gala de solvencia moral y rectitud de conducta. El propio secretario federativo declaró ante la prensa que Seminario había acreditado una completa insolvencia moral, duplicando contratos de forma consciente, y por tanto dolosa. En suma, se le cerró la puerta. Ambos clubes acordaron cederlo al fútbol portugués, porque de otro modo se hubiesen visto impelidos a repartirse el costo del su contrato, al existir documentos que vinculaban al peruano con ambas entidades.
Lo de Cos y Heredia ya es el colmo. Sostener que los dos debían haber colado, cuando lo cierto es que ninguno debió ser admitido y ambos conducidos a la cárcel por falsificación de documento público, equivale a retorcer realidades sin pudor. El Barcelona era por demás consciente de esa falsificación, como por cierto también lo fueron el Valencia y el Barcelona en el caso Irala. El Valencia no quiso líos y se echó atrás, en tanto el Barcelona, una vez más, se empeñó en sacar partido de una flagrante ilegalidad. Volviendo a Cos y Heredia, desde el consulado español de Paraguay llegó una denuncia de falsedad documental sobre Heredia, dirigida al Ministerio de Exteriores, remitida de inmediato al Ministerio de Gobernación o Interior, y desde este órgano a la DND. Suerte tuvieron Heredia y los mandatarios barceloneses implicados en el asunto, al no acabar ante un juez.
Finalmente, el informe de Roca Junyent aireado por el Barcelona, incompleto y con varios errores, no fue detonante de nada. La feria de vanidades, o si se prefiere el patio de Monipodio, siguió funcionando a pleno rendimiento mientras los federativos españoles miraban hacia otro lado. El antes y el después lo marcaron dos hechos que raramente merecieron el interés azulgrana. Por un lado, la acreditación de que Rubén Valdez y Roberto Martínez, jugadores del Valencia y Español, respectivamente, habían lucido la camiseta internacional incumpliendo leyes y normativas. Cuando la UEFA y la FIFA tuvieron constancia documental de la gravísima infracción, llegaron a un acuerdo vergonzoso con la RFEF para hacer borrón y cuenta nueva, advirtiendo que un solo caso más implicaría sanción de 4 años para todo el fútbol español. Es decir, que ni los clubes españoles podrían recibir el transfer internacional de ningún jugador procedente de territorio FIFA, ni competir en ninguno de los tres torneos internacionales del momento, léase Copa de Europa, Recopa y Copa de Ferias. Tampoco la selección nacional podría intervenir en la Eurocopa y ambas fases mundialistas, o sea la previa y la eliminatoria organizada por el país anfitrión.
Las fronteras únicamente se abrieron para solventar la situación de todos los jugadores extranjeros encuadrados ilegalmente en el fútbol español, a raíz de que la Real Sociedad y el At Bilbao impugnaron todos los partidos de Liga, por alineación indebida, y amenazasen con llevar el asunto a la jurisdicción ordinaria. Ambos clubes disponían de un contundente informe jurídico a ese respecto, remitido en copia a la FIFA. Y ante la evidencia de que una sentencia condenatoria -cantada, por incumplimiento flagrante de la propia normativa futbolística- hubiera supuesto un cornalón de proporciones inimaginables para el máximo órgano supranacional del fútbol, se ordenó desde Suiza concluir con aquel disparate sin escándalos y mediante acuerdos bajo manteles. Los dos clubes vascos fueron presionados políticamente para que abortasen su idea de litigio, con intervención directa de tres ministros. Luego, la promesa de que esa apertura fronteriza tenía como única finalidad legalizar a los jugadores que ya militaban en nuestro fútbol, fue conculcada por presión agobiante de todos los demás clubes ante instancias políticas y federativas. En suma, se concedió una amnistía a todos los falsarios, ahorrándoles el paso por la cárcel, y permitiéndoles acceder a la nacionalidad española si llevaban los 2 años de residencia en nuestro país exigidos por los acuerdos que en su día firmara el ministro de Exteriores, Castiella, con casi todos los países sudamericanos de nuestra lengua.
Real Sociedad y At Bilbao se plegaron a aquel bochorno, por no dañar a todo el fútbol español. Y nunca nadie, ni desde la política o la Federación Española, les agradeció tamaña generosidad, desconocida para una inmensa mayoría.
Pablo Porta, catalán y antaño federativo de la Catalana, lejos de cualquier examen de conciencia, trató de seguir con diversos chanchullos hasta tropezar violentamente contra el primer gobierno socialista, cavándose su propia tumba. Este personaje displicente y taimado, soberbio, inteligente, oportunista y aprovechado, por no decir corrupto, siguió algún tiempo enredando desde Suiza cuando lo apartaron de la poltrona en España. Fue un cáncer para el fútbol español, un sistemático incumplidor que hizo de la RFEF un charco inmundo, putrefacto y maloliente. Como todos los sátrapas, introdujo a un fullero no menos taimado y nocivo, como sucesor, que afortunadamente solo duró cuatro años nefandos. Cuatro años para salir derrotado en todos los frentes: político, deportivo, judicial ante el sindicato de futbolistas, enfrentado a la recién nacida Asociación de Clubes -primer embrión de la futura Liga de Fútbol Profesional- y, obviamente subrayado en negro para la Historia de un deporte al que llegó sin merecerlo.
Como puedes apreciar, Antonio, poco que ver con lo tantas veces aireado desde la órbita azulgrana.
Con el abrazo de siempre,
Ignacio
https://saltataulells.com/fuentes-mixtas/eulogio-martinez/
https://saltataulells.com/fuentes-primarias/eulogio-martinez-parte-2/
Los historiadores barcelonistas, que este medio llama “saltataulells”, que no Corcuera, nunca han indicado que fue decisiva la intervención del general Stroessner ante el general Franco para que Eulogio Martínez pudiera jugar en España.
Posteriormente Corcuera aclara que el segundo paraguayo fue Olmedo, que además de un fiasco, sus papeles también eran falsos.
TODO LO ANTERIOR HA SIDO PASADO A CORCUERA PARA SU APROBACION PREVIA ANTES DE SU PUBLICACION Y LA RESPUESTA OBTENIDA SE INDICA A CONTINUACION, COMO CONSECUENCIA QUE TAMPOCO TIENE DESPERDICIO, POR LO QUE HA SIDO INCLUIDA TAMBIEN CON SU PERMISO.
Por mí, perfecto, Antonio.
(Nota BLOG. Escrito anterior)
Tiene gracia que tantos trabajos aporten una visión distorsionada de aquella bochornosa podredumbre, empeñándose en convertir al Barcelona en adalid de la purificación, mediante el informe Roca. Precisamente el club que repetidamente tropezara con la misma piedra, contratando futbolistas extranjeros que luego solo pudieron disputar partidos amistosos, al hallarse cerrado el portillo importador; haciendo hueco a jugadores con papeles falsos, enhebrando el victimismo cuando alguno no colaba por el cedazo federativo, y montando una escandalera en el caso Irala, cuya candidez hizo sonar todas las alarmas. El informe Roca no fue sino una pataleta, señalando infracciones ajenas sin recordar las propias. Dolía, además, que Sebastián Fleitas Miranda, paraguayo que no debió ingresar en el C. D. Málaga, primera entidad española en inscribirlo, después de que otros rehusaran presentar su documentación porque olía bastante mal, siendo ya jugador merengue hiciera hincar la rodilla al Barcelona. Aquello en el fondo no fue sino una especie de quemadura a lo bonzo, de la que el contestatario sale igualmente carbonizado. Una maniobra que demás sentó muy mal en el seno federativo, según supo Félix Martialay por boca de quienes en ese momento trabajaban en el ente. Si hasta entonces el Barcelona había tenido amigos en Alberto Bosch, parece que los vínculos se enfriaron mucho. Se entendía que una cosa era recibir denuncias del periodismo, o de clubes que no chapoteaban en el barro, y otra muy distinta aguantar impávidos el lucimiento de trapos sucios desde quien menos motivos tenía para hacerlo, cuando tantas veces se hizo la vista gorda en su favor.
En fin. Cosas veredes, amigo Sancho.
Un abrazo.
Ignacio
CONTINUARA.